El Real Monasterio de Santa Ana terminó de construirse alrededor del año 1350. Aunque en la segunda mitad del siglo XVI, se reformó casi por completo y borrando casi toda huella del templo original. Posteriormente, se reformó el coro y la escuela de Francisco de Mora.
Destacan las tres alturas de su claustro, la austeridad de su fachada con una espadaña de ladrillo y el retablo de Manuel Escobado que data de finales del siglo XVIII.
El interior del monasterio es una única nave cubierta con bóveda de pañuelo y dividida por arcos de medio punto de granito.
El Real Monasterio de Santa Ana fue declarado Monumento Nacional en 1982 y actualmente, alberga las dependencias administrativas de la institución autonómica.